Valida Aliyeva es amante de la lectura. A sus 64 años, ella explica: “He leído todos los libros de nuestra librería local”.
Pero cuando perdió sus lentes hace cuatro años, el mundo de la abuela desplazada Azeri, quedó reducido a una borrosidad en la cual no podía ni leer ni ver rostros de cerca.
Después, en mayo, sucedió algo que le cambiaría la vida: un equipo de optometristas de Japón vino a la ciudad en el oeste de Azerbaiyán a realizar exámenes de vista y darles lentes a los residentes que lo necesitaban, Aliyeva estaba entre ellos.
“Planeo empezar a leer de nuevo tan pronto llegue a casa, pero primero, quiero ver a mis nietos de cerca”.
Haciendo fila para la clínica para la vista en el complejo de apartamentos en el que vive con otras cientos de familias, recibe un par de lentes con marco morado que traen su vida de vuelva a enfoque.
“Estoy muy feliz”, dice con alegría. “Planeo empezar a leer de nuevo tan pronto llegue a casa, pero primero, quiero ver a mis nietos de cerca”.
Desde hace doce años, Akio Kanai, optometrista de Japón, ha estado viajando a Azerbaiyán con un equipo de especialistas para ayudar a desplazados azerís, más de un millón de personas que huyeron de sus hogares durante el conflicto sobre Nagorno Karabakh a finales de la década de 1980 y principios de los 90.
Muchos viven en la pobreza y luchan con el acceso a salud y tratamientos apropiados. Muchas familias también viven en chozas y barrios en la zona rural de Azerbaiyán.
“Un par de lentes ayudará a las personas a tener calidad de vida, los puede ayudar a ser independientes, aprender más”, dijo Kanai, ganador del prestigioso Premio Nansen. “De hecho, sin los lentes, no sé cómo puedes vivir tu vida”.
Un equipo de ocho optometristas calificados de la compañía de Kanai, Fuji Optical Co.Ltd, trabaja rápidamente durante el día, realizando cientos de exámenes de vista y distribuyendo lentes a los residentes del nuevo vecindario de la ciudad, que se completó el año pasado, que contrasta de gran manera con las zonas de granja de los alrededores.