Actualidad

20
Oct
2015

Protección en la montaña

Cuando nos preparamos para practicar un deporte de invierno no prescindimos del mono, los guantes, ni de la máscara.

Damos por hecho que para esquiar, deslizarnos con la tabla de snowboard o para hacer esquí de travesía siempre vamos a ponernos un máscara que proteja a ojos del viento, las partículas de la nieve y de la radiación de sol, pero ¿somos igual de conscientes que también debemos protegerlos cuando practicamos alpinismo, senderismo o simplemente pasamos una mañana en la montaña?

Ojo con la altitud

Bajo un día nublado, en el que no notamos la radiación del sol sobre nuestra cara, solemos olvidarnos de que sus efectos nocivos nos siguen llegando, más aún si subimos a la montaña. Esto ocurre porque según aumenta la altitud, la atmósfera atenúa menos los rayos solares y, por tanto, son más intensos y más peligrosos para nuestra salud. No es necesario ascender miles de metros para tener en cuenta este hecho, ya que con tan sólo que ascendamos 300 metros, la intensidad de la radiación aumenta un cinco por ciento en comparación con la que recibimos a nivel del mar. Por tanto, proteger nuestro cuerpo de esta exposición es si cabe más importante en la montaña que en la playa, incluso en los días nublados.

Efecto de la nieve

A la alta radiación que nos exponemos en la montaña, hay que sumarle la posible presencia de nieve. Y es que está provoca una especie de "efecto espejo", ya que refleja más del ochenta por ciento de la luz solar, incluida la radiación ultravioleta. Cuando esquiamos, gracias al uso de la máscara, este efecto no llega a nuestros ojos, pero cuando simplemente andamos en un entorno donde hay nieve no somos conscientes de este reflejo, por lo que podemos pasar varias horas recibiendo esta radiación intensa en nuestros ojos, sin darnos cuenta de lo perjudicial que puede resultar.

Otros "impedimentos"

En este entorno de nieve y alta montaña, existen otros agentes que también pueden impedir que veamos correctamente e incluso que produzcan daños en nuestros ojos:

  • Cuando el viento impacta sobre nuestra cara favorece la sequedad ocular.
  • Si el viento se combina con la presencia de nieve es muy probable que partículas y pequeños cristales de hielo entren en nuestros ojos, algo que debemos evitar porque incluso pueden dañar la córnea.
  • La sequedad ocular, el viento y/o la entrada de alguna partícula en el ojo puede evitar que veamos correctamente, lo que favorece que tengamos una caída.

¿Cómo se resienten los ojos?

De forma consciente podemos notar ciertas molestias en los ojos cuando no los protegemos adecuadamente en un ambiente ventoso y/o con nieve. Sin embargo, los efectos de esta falta de protección van más allá. El Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometrista indica que la radiación ultravioleta acelera la aparición de ciertos tipos de cataratas y de la degeneración macular asociada a la edad, dos de los problemas de salud ocular más frecuentes durante la madurez. A su vez, a corto plazo también pueden aparecer otros problemas como fotofobias, conjuntivitis, y úlceras que si no son tratados adecuadamente pueden derivar en problemas más graves.

Tus compañeras de aventura

Si entre tus aficiones está la práctica de alpinismo, escalada o senderismo, debes incluir siempre en tu equipamiento unas gafas de sol adecuadas. Dependerá de la altura que asciendas y de las condiciones en las que practiques el deporte para determinar ciertas características técnicas que deben tener tus gafas, pero en términos generales es conveniente que:

  • Incorporen filtro de categoría 3 e incluso 4.
  • Filtren el 100% los rayos ultravioletas.
  • Sean polarizadas porque además de proteger de la radiación ultravioleta, evitan los deslumbramientos que originan el reflejo de la luz sobre la nieve.
  • Sus lentes sean de espejo para que la luz del sol se reflejen sobre ellas y no lleguen a los ojos.
  • Cubran los laterales del rostro para que también protejan la piel de la zona. A su vez, al colocarlas deben quedar próximas al rostro (sin que llegue a molestar) para que tampoco entren los rayos solares por la zona superior de los ojos.
  • Se adapten perfectamente al rostro, algo que lo proporcionan las varillas y plaquetas nasales ajustables.
  • Sean ligeras para que no te molesten al realizar cualquier movimiento.
  • Sus lentes estén diseñadas con material orgánico porque resisten mejor los golpes y las ralladuras.

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