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FUNDACIÓN SALUD VISUAL, DESARROLLO OPTOMÉTRICO Y AUDIOLÓGICO
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El estrabismo es la pérdida del paralelismo de los ojos.
Los dos ojos no miran al mismo punto, sino que uno de ellos dirige la mirada al objeto que fija, mientras que el otro se desvía en otra dirección. Esa desviación de uno de los ojos o ambos puede ser muy llamativa y entonces constituye un defecto estético importante, pero también se pueden dar casos donde la desviación es muy pequeña y no se aprecia. Este tipo de estrabismo compensado (o "foria") puede pasar en ocasiones desapercibido, pero puede crear los mismos problemas de visión que las grandes desviaciones. Los músculos específicos que controlan cada uno de los movimientos de cada uno de los ojos, denominados músculos extraoculares, reciben de nuestro cerebro directa y simultáneamente órdenes de movimiento, de tal manera que ambos ojos se dirigen de una forma coordinada a un mismo objeto que se desea mirar. El estrabismo se manifiesta cuando este sistema mecánico tiene un funcionamiento anómalo. Es decir, cuando por algunas causas concretas los ojos no trabajan de forma armónica y simultánea para dirigirse al mismo tiempo a una determinada acción o a un determinado objeto. La desviación de los ojos puede ser hacia adentro (esotropia), hacia afuera (exotropia), hacia arriba o hacia abajo (hipertropia o hipotropia respectivamente), o formas combinadas.
En los primeros meses de vida, el bebé no posee una visión nítida ni binocular; estas capacidades las irá adquiriendo a lo largo de su normal desarrollo físico, por lo que existen algunas teorías que apuntan a una interrelación entre la coordinación de los lados de su cuerpo y la de los ojos. En la mayoría de las ocasiones, los estrabismos se hacen evidentes en los primeros años de vida: un niño con estrabismo convergente adopta unas posturas y realiza unas acciones muy características: por ejemplo, tener la espalda algo curvada y pies dirigidos hacia el interior. En el caso de un estrabismo divergente, el niño adoptará las posturas contrarias. En todos los estrábicos uno de los ojos, llamado dominante, se dirige al objeto deseado del entorno, mientras que el otro se dirige hacia un punto distinto del espacio.
Si el estrabismo no es tratado antes de los siete u ocho años de edad, el ojo que permanece desviado no podrá recibir la imagen correcta en el lugar apropiado de su retina. Esta anormalidad ocasionará una disminución visual irreversible llamada ambliopía (ojo vago) estrábica y una pérdida de la visión binocular normal.
Este trastorno de la visión binocular tiene como consecuencia, no sólo la supresión de las imágenes recibidas por uno de los dos ojos, sino que además el ojo no dominante puede convertirse en un "ojo vago" (ambliopía). Según hacia dónde se dirijan los ojos, el estrabismo se divide en:
El estrabismo como tal no puede prevenirse, aunque podría suponerse su aparición basado en la herencia genética del afectado. En el futuro, tal vez las investigaciones desarrolladas con biología molecular puedan facilitar la anulación o inhibición de los genes que participan en la posible aparición de los estrabismos congénitos, aunque por ahora no existe ninguna solución de este tipo. Es muy importante la exploración de las funciones oculares en los primeros días de vida, con el fin de detectar anomalías estrábicas. De esta forma, pueden aplicarse tratamientos que evitarán la progresión de la alteración o complicaciones posteriores. Así pues, la detección precoz es muy necesaria para lograr que los estrabismos puedan tener el mejor tratamiento y evitar complicaciones por la progresión de la disfunción, sobre todo la ambliopía estrábica. El trabajo multidisciplinar y coordinado entre diferentes profesionales sanitarios, como pediatras, oftalmólogos, neurólogos y ópticos-optometristas resulta fundamental para la mejor solución de los casos de estrabismo.
El tratamiento del estrabismo está dirigido fundamentalmente a:
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